lunes, 15 de julio de 2013

Luciano Saracino: Hay mucha juventud alrededor del mercado del dibujo animado en Latinoamérica

Luciano Saracino, guionista argentino. Foto: Difusión.

Guionista para cine e historietas argentino. Lo entrevistamos a propósito de la convención de animación digital Perú Anima (17 y 18 de julio en el instituto Toulouse Lautrec), donde será ponente.

Alfonso Rivadeneyra García (@Gregory_House_ en Twitter)

-En líneas generales, ¿de qué tratará su ponencia en Peruanima?

Vamos a intentar deshilvanar un poco los laberintos de las historias. En general, cuando se nos presenta una idea sabemos qué es lo que queremos contar, pero a veces no sabemos cómo contarlo. Entonces veremos cómo llevar lo que tenemos en la cabeza a una carpeta de presentación, cómo volverla algo tangible por cuento, historieta, dibujo animado o película. Haremos un recorrido preciosísimo y divertido desde el momento inicial, esa ceniza de la idea, hasta el momento final, que es esa idea convertida en un mundo, un universo, una película, lo que queramos que sea.

-¿Hay una tendencia actual en el cine animado de Latinoamérica?

Sí, hay realmente muchísimo profesional fantástico en América Latina haciendo dibujos animados, hay muchas escuelas, hay mucha juventud alrededor del mercado del dibujo animado que a mí me motiva muchísimo, que sabe producir cosas más interesantes. (…) No solamente tenemos un presente muy interesante, sino un futuro fascinante. Apuesto mucho al futuro.

-¿Es correcto decir que varios de estos jóvenes están influenciados por la animación japonesa?

Sí, hay muchos jóvenes que sí. La animación japonesa es como una gran puerta de entrada, también los videojuegos y las nuevas tecnologías que se van sumando. Todo eso se mezcla con nuestra cultura, con nuestra televisión, nuestro folclore, con lo cual todo eso no puede ser más que vital y maravilloso. Es tomar lo mejor de ellos y ponerle a eso nuestro condimento, que es lo que nos mantiene a nosotros bien contentos.

-Luciano, en base a tu experiencia como guionista me gustaría saber qué buscan más las casas productoras de cintas animadas en América Latina: ¿una historia y personajes sólidos o un diseño atractivo?

Esa es la gran pregunta a responder. De hecho se lo preguntan desde los griegos hasta el día de hoy. ¿Qué es lo que fundamenta una historia, la historia o los personajes que la atraviesan? Esa es la gran pregunta. Respecto de las productoras, tiran para un lado o para el otro. En mi país te digo que hay muchas productoras que buscan carpetas con diseños de personajes llamativos y otras productoras que buscan ideas originales. Lo que pasa hoy en día es que está bastante en capa caída la idea original. Ideas tenemos todos, lo que no tenemos todos son ideas que sean originales. Por ejemplo, Ben 10 ¿qué es? ¿Un diseño llamativo y bonito o una gran historia que convoca a los pibes? Habría que hacer estudios para analizarlo, pero es una gran pregunta. Lo que te digo yo es que hay dos tipos de productoras: las que quieren algo para que enseguida pegue en el mercado, para que se hagan muñecos, merchandising; y las que quieren una idea que cambie el mundo, lo que digo yo, una idea que encienda volcanes.

-Si comparamos los guiones de Pixar y Dreamworks con los guiones producidos en esta parte del continente ¿cuál es la mayor diferencia que encuentras?

Que los dibujos de Disney y Pixar pretenden conquistar el mundo y los dibujos nuestros pretenden cambiar el mundo.

-¿Cambiar el mundo en qué sentido?

Que de alguna manera se den cuenta que aquí estamos, queremos que el mundo empiece a mirar también para estos lugares, que sepan que existimos, que tenemos muchas ganas de existir y que somos posiblemente tan talentosos como muchos de ellos. (…) No hablar solamente de Estados Unidos cuando hablemos de América, sino hablar de América cuando hablemos de América.

-Eso también podría justificarse, al menos en Perú, cuando sale una película animada propia siempre la promocionan porque es hecha aquí más que por la historia. ¿Pasa igual en Argentina?

Exactamente, aquí pasa lo mismo. A veces interesa mucho más que se haya hecho en Argentina, Uruguay, Perú o donde se produzca que la historia en sí, porque tenemos ganas de ver lo que se produce en nuestras tierras; como decimos en Argentina, en nuestra pampa. Pero claro, cuando se presentan esos monstruos gigantes, como decías vos, de Pixar o de Disney, pues la competencia es muy compleja. Si tenemos que competir lo hacemos con las historias. Nuestras historias latinoamericanas son tan interesantes como las historias que el gran imperio produce. Desde ahí no tenemos nada que envidiarle.

-Me imagino que el reto es tratar de tener un lugar en la audiencia cuando EEUU estrena cada mes películas animadas en América Latina.

Ese es el reto, y creo sinceramente que estamos yendo en ese camino (…) cada película nueva que producimos es una película en la que hemos aprendido otras técnicas, otros caminos, otros recorridos.

-¿Qué se tiene que tener en cuenta para escribir un guión para película animada a diferencia de un guión para película de acción real?

Con una película animada no tienes ningún tipo de límites, puedes contar lo que quieras. En una película de acción vamos a tener un presupuesto que va a impedir que, por ejemplo, un planeta explote, y si explota vas a tener un gran presupuesto para poder hacerlo. En un dibujo animado, si bien inicialmente el presupuesto es mayor porque se cobra por segundo y es muy complejo hacer dibujos animados, lo que puedes contar no tiene límites. (…) Luego, posiblemente tengas que fundamentar más tu historia sobre la acción que sobre parlamentos largos, pues tienes que utilizar toda la virtud del dibujo animado a tu favor. Entonces si vas a tener a dos personajes hablando durante 90 minutos no la hagas en dibujo animado.

-¿Es posible mencionar que algunas películas animadas tienen errores en sus guiones? ¿En base a qué se puede concluir esto?

Claro que hay películas con muchos errores, pero por un simple motivo: están hechas por seres humanos y los seres humanos somos propensos a eso. (…) Lo que tienen las películas animadas, como se consideran dirigidas a un público infanto-juvenil, es que son películas cargadas muchas veces de moral.

-¿Pero es realmente necesario incluir la moral?

Generalmente todo lo que decimos y contamos está plagado de moral. Fíjate que aún en las películas donde ganan los malos hay un por qué. Cualquier relato exige una moral. (...) Cada cosa que hacemos, cada libro que leemos, cada publicidad o noticiero que vemos en televisión están cargadas de moral. Los relatos que están producidos para el público juvenil están casi obligatoriamente plagados de moral porque son los relatos que nos enseñan de alguna manera cómo tenemos que vivir y comportarnos.

-¿Pero incluir esta escala de valores no podría limitar el potencial del cine animado para que, de este modo, la gente cuente grandes historias?

Eso no limita la historia. Cualquier historia, desde Caperucita hasta el Señor de los Anillos la moral está implícita, aparece. (…) Nos están diciendo que el mundo se debe hacer de “este modo”, no limitan. Lo que no se puede es prescindir de la moral, y con moral no estoy diciendo moral buena o mala, estoy diciendo cultura, la cultura que tenemos nosotros como seres humanos. Y contar historias como seres humanos es contar nuestro modo de vivir.

-En Japón existe una industria muy desarrollada de la animación e historieta. ¿Qué tan factible es que este negocio de adaptar cómics al cine o la televisión pueda ocurrir en Latinoamérica?

Ahora hay muchas producciones argentinas que han intentado llevar el mundo de la historieta a la gran pantalla. Se hizo Boogie el Aceitoso, Martín Fierro, hay unos proyectos míos que están tentados en llegar a la pantalla. Es un camino de hormiga, muy despacio porque en Argentina, en América Latina en general no hay un mercado muy grande de historieta como sí lo hay en Japón, Francia o Estados Unidos. Lo que tenemos que hacer es siempre a una escala mucho menor porque no tenemos el público inicialmente de nuestro lado, lo que no significa que no se pueda realizar y que el público no pueda llegar a ser seducido. Seducir es la palabra que a nosotros nos interesa porque lo que tenemos que hacer es eso, seducir a los chicos y chicas con nuestras historias. Porque en nuestras historias hay algo, hay magia.

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